Como una llama desnuda

Leticia de Santos Velasco

Ha sido el placer por degustar la poesía el responsable de este atrevimiento. Fue Aguascalientes, provincia pequeña y próspera de la República Mexicana, en sonde encontré una cuna nutrida entre 10 hermanos y unos padres que fueron ejemplo como santuarios. Desde pequeña supe que me tocaban las cosas, los instantes, los vuelos admiraba la naturaleza, el sentimiento que provocan y sus consecuencias. Y se abrió un espacio de luz que me invadió en la adolescencia haciendo mis primeros intentos de poesía y un par de novelas. La vida profesional, el matrimonio, el regalo inapreciable de ser madre de tres hijas, la sociedad a la que pertenezco, mi patria, su historia, costumbres y mitos, este mundo rico en contrastes de poder y miseria, este mundo aletargado en ratos, en los ojos ausentes, en las manos sonámbulas, en los intentos efímeros, me han dado el coral vivo que late incesante por hablar, por reconocerse en partes.

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