La Colina de Laurel y Kalagiya, el canto de Shangri-La

Esta novela narrativa no sólo desarrolla un argumento dinámico y rítmico, sino que el coeficiente de mayor envergadura se sustenta en el contenido simbólico y espiritual. Desvela al lector costumbres y prácticas no solo del ámbito cultural vasco, sino incluso ubicadas en un terra plus ultra, que debido a la vorágine mecanicista de nuestros tiempos ha ido perdiendo presencia en el consciente colectivo. Su lectura debe ser pausada y sosegada, con lucidez interpretativa y especialmente con la apertura del resorte intuitivo, ya que muchos de sus contenidos serán revelados mediante esta condición. Considero este trabajo literario una excelente oportunidad para ampliar perspectivas reflexivas.

Shangri-la, la India, los Roerich, el Himalaya, la ruta de la seda… evocaron en mí, desde hace años, la búsqueda de algo profundo y genuino y, desde entonces, he tratado de leer y de aprender todo cuanto pudiera sobre ello. Todos esos lugares, y muchos más, llenos de magia, de misterio y de magnetismo… se ven reflejados en esta novela, donde se mezclan las aventuras de los protagonistas con multitud de conocimientos profundos esotéricos e históricos junto a personajes reales o de ficción. Esta novela alimentó en mí esa semilla de búsqueda externa e interna, de algo más grande y bonito, alejado de estrecheces mentales o tópicos con los que se suelen abordar estos temas.